El lago Sevan es como un zafiro escondido entre las montañas. Sus aguas de color azul cielo se elevan a 1.900 metros sobre el nivel del mar y están rodeadas por las sierras de Pambak, Shagdah, Vardenis y Geghama. Es uno de los mayores lagos alpinos del mundo y también se le conoce como ‘La perla de Armenia’. Sus riberas son el destino elegido por muchos erevaneses para pasar las vacaciones de verano y huir de las altas temperaturas de la capital.

Su aire es puro y durante los meses más calurosos la temperatura media de sus aguas cristalinas ronda los dieciocho grados. Es un buen lugar para practicar windsurf, vela, wakeboard u otros deportes acuáticos. Eso sí, en invierno el clima es helador. Tiene unos 80 kilómetros de largo por 56 de ancho en su máxima holgura, y ocupa cerca el 5% del territorio nacional. Los cabos de Noratus y Artanish dividen sus aguas en dos: el Pequeño Sevan, que ocupa la parte septentrional,  y el Gran Sevan, que se extiende por el sur. La mayor parte de la infraestructura hotelera se encuentra en la costa noroccidental, entre la pequeña ciudad de Sevan y el pueblo de Tsovagyugh.

El lago Sevan está situado en el centro de la provincia de Gegharkounik y si tienes tu propio coche, conducir por la carretera que lo circunda es la mejor opción para explorarlo. Descubrirlo en bicicleta es otra alternativa y la acampada libre es legal en sus orillas. Junto con el Ararat es uno de los iconos nacionales y sus aguas han servido de inspiración para muchos artistas. “Es tan bello que uno quiere naufragar en él”, escribió Avetik Isahakians al contemplar su inmesidad.

Durante la época soviética el ecosistema del lago Seván estuvo en serio peligro ya que las autoridades lo drenaron hasta hacer descender veinte metros su nivel. Afortunadamente, el Gobierno reculó y tomó conciencia del importante rol que juega este exótico lugar y en 1978 lo convirtieron en parque nacional. En la actualidad las aguas vuelven poco a poco a su cauce y su nivel ha aumentado un par de metros.