Goris
Desde las alturas de las montañas que la circundan, las techumbres de metal de la ciudad de Goris parecen cientos de cristales preciosos que reflejan los rayos de sol. La urbe está en una encrucijada de caminos, entre las carreteras que unen el norte del Caucaso con Irán y el Alto Karabaj. Pero Goris es más que una ciudad de paso o donde montar el campo base para explorar los alrededores y su encanto la convierte en un destino en sí mismo.
Es una urbe bien planificada, con casas con solera y barrios que trepan por las laderas. Además, tiene un clima templado, con inviernos relativamente suaves y veranos frescos. La guinda al pastel corre a cargo del paisaje fantástico que han creado las decenas de chimeneas de hadas que se elevan como farallones que apuntan al cielo y las casas cueva del Viejo Goris, al otro lado del río. Cuenta con una nutrida variedad de alojamientos, restaurantes, museos y otros alicientes para pasar unos cuantos días.
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